Una nueva oportunidad para el progreso
Hace algunas semanas el Instituto de Ingenieros de Minas presentó el libro Desarrollo Territorial y Minería, en el que cuatro autores, entre ellos quien suscribe esta columna, reflexionamos sobre la importancia de la minería para nuestro país y la necesidad de cambiar el enfoque que se viene aplicando, de tal forma que se logre el desarrollo territorial integral, inclusivo y sostenible del territorio donde se desarrolla la actividad minera.
El Perú se ubica a nivel mundial y latinoamericano, entre los primeros productores de diversos metales como el cobre, zinc, plata y oro. Por tanto, nuestro país cuenta con un gran potencial para la producción minera tanto a nivel mundial como a nivel regional.
Este potencial, en el actual contexto de transición energética mundial, que se concretará en una mayor electrificación de la sociedad, generará una alta demanda de cobre durante los próximos 20 a 25 años. Siendo el Perú el segundo país con las reservas y producción más grande de cobre en el mundo, se nos vuelve a presentar una enorme oportunidad que no debemos dejar pasar, por lo que el momento de hacer las cosas diferentes y mejor que en los últimos tiempos es ahora.
La apuesta por el desarrollo es fundamental y en esa apuesta entender y entenderse entre los diferentes actores que conviven en el territorio es un reto. Es por ello que el concepto de territorio debe entenderse como un espacio dinámico, que responde a relaciones sociales, económicas y culturales, más que limitarse a un área de impacto.
Es así que se propone una agenda para la transformación, que en ningún caso pretende ser una receta, sino que busca aportar orientaciones para que los actores llamados a contribuir al desarrollo territorial -públicos, privados, sociales y del sector del conocimiento- identifiquen sus desafíos y potencialidades que los lleven al desarrollo territorial a través de una visión compartida.
En este proceso los diferentes actores tienen roles claves, sin embargo en esta oportunidad nos concentraremos en algunas de las propuestas para la empresa minera, de tal forma que transiten a una mirada de desarrollo territorial y promuevan la gobernanza territorial. Para ello, se debe identificar el territorio relevante para sus operaciones, el cual consideramos no se debe limitar al área de influencia directa o indirecta, sino incluir todo el espacio geográfico, social, económico y cultural que afecta a la viabilidad y sostenibilidad de sus operaciones. Cabe precisar que los procesos de cada empresa son únicos y no se puede generalizar.
En esa línea, la empresa definirá la intensidad de su participación en los distintos espacios del territorio, es probable que habiendo identificado porciones de provincias o distritos, cuencas, corredores económicos clave, tengan que desplegar esfuerzos diferenciados y roles específicos, teniendo en cuenta la realidad de cada área identificada.
Asimismo, se ha discutido mucho sobre el rol de la empresa minera en el fortalecimiento de la gobernanza territorial, ya que se fortalecen a los actores y los espacios en los que planifican acciones conjuntas, que podrían en algún caso organizarse en contra de la propia empresa. Sin embargo consideramos que es una necesidad, no sólo identificarlos, sino promover el fortalecimiento de capacidades para la acción colectiva que contribuya a construir una aspiración compartida para el territorio. Y en ese proceso sumarse a esa construcción compartida, ya que si bien, podría ser un proceso largo y sobre todo de construcción o recuperación de confianza a través del diálogo, es fundamental para la gobernanza territorial.
Una nueva oportunidad se presenta para los peruanos y todos estamos llamados a sumar para aprovecharla en beneficio de todos.
Escrito por: Paola Bustamante en El Comercio el 28 de febrero de 2024.
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