Política ausente, país expuesto
La falta de políticas públicas nos deja expuestos frente a temas que están en nuestras manos resolver. Lo estamos viendo con el brote más grave de tos ferina de la última década: en lo que va del 2025, el Perú ya acumula 1.044 casos de esta enfermedad respiratoria, y 17 fallecidos, la mayoría niñas y niños menores de 4 años. El año pasado se registraron 32 casos y ninguna muerte. Es decir, el aumento de contagios, especialmente en Loreto, la región más golpeada por la epidemia es de 31,62% respecto del mismo período del año anterior.
Según información oficial obtenida por el portal Salud con Lupa, en Pastaza nueve niños menores de 11 años murieron por esta enfermedad. De los 151 menores de un año registrados en el distrito, solo 22 han recibido la tercera dosis de la vacuna pentavalente. Entre los motivos de esta baja cobertura de vacunación están problemas estructurales como la falta de brigadas de vacunación, escasa conectividad fluvial y aérea, deficiencias en la cadena de frío, y el crítico estado del sistema de salud amazónico, que enfrenta enormes limitaciones logísticas, técnicas y humanas. Recién el 9 de junio, el Ministerio de Salud anunció el despliegue de 17 brigadas sanitarias hacia seis distritos de Datem del Marañón. Y tres días después se aprobó una transferencia de S/12,5 millones para enfrentar la emergencia.
La falta de políticas públicas nos deja expuestos también frente a eventos externos nacionales, como el sismo de magnitud superior a 8,8 que eventualmente sucederá en Lima y el Callao. Los estudios del Centro de Estudios y Prevención de Desastres advierten que un evento de esta magnitud podría dejar más de 100.000 muertos, un millón de damnificados y pérdidas económicas que superarían el 20% del PBI nacional. Y, sin embargo, nuestros hospitales no están preparados: muchos no cuentan con estructuras antisísmicas, carecen de sistemas autónomos de energía y no tienen planes funcionales de contingencia. La interoperabilidad entre servicios sigue siendo una promesa incumplida, y la atención primaria no tiene herramientas para sostenerse en escenarios extremos ni frente a eventos externos internacionales.
¿Por qué seguimos improvisando? ¿Por qué no se invierte en reforzar las viviendas precarias, que representan más del 70% de la infraestructura en distritos como Villa El Salvador, San Juan de Lurigancho o Ventanilla? ¿Por qué no hay un sistema de alerta temprana operativo y masivo, cuando países como Japón o Chile ya han demostrado su eficacia salvando miles de vidas? La respuesta es dolorosa y simple: porque el bien común ha dejado de ser el centro del quehacer político. En lugar de diseñar políticas que protejan a las mayorías, se priorizan agendas personales, disputas partidarias y cálculos electorales de corto plazo. La política peruana ha olvidado su razón de ser: organizar la vida en sociedad para asegurar dignidad, seguridad y oportunidades para todos.
Los crecientes conflictos en el Medio Oriente nos pueden sonar lejanos, pero tienen implicancias globales que también afectarán al Perú. Un cierre prolongado del estrecho de Ormuz por parte de Teherán pondrá en riesgo el suministro de petróleo y gas, con efectos en la inflación, la economía y los tipos de interés. Aumentará la incertidumbre internacional y muy probablemente habrá repercusiones en el costo de los alimentos, el transporte, los medicamentos.
No tenemos políticas públicas listas para responder ante escenarios como estos que pueden implicar inestabilidad prolongada. Estamos frente a una crisis de gobierno en el sentido más profundo del término: la incapacidad de anticipar, planear y actuar por el bien común, ausente en nuestros políticos.
La política, en su forma más noble, es un acto de cuidado colectivo. Pero en el Perú parece haber sido capturada por la indiferencia. Prepararse para un terremoto, combatir la anemia infantil y la desnutrición, frenar la criminalidad organizada o invertir en educación de calidad no son solo asuntos técnicos. Son decisiones morales que distinguen a un Estado ausente de uno verdaderamente presente.
Columna escrita por Janice Seinfeld, presidenta de Videnza, el 24 de junio de 2025.





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