Los últimos de la fila
Confirmar que no tenemos vacunas en camino solo muestra el deficiente manejo que el Gobierno ha tenido de la pandemia. Personalmente, siento que los peruanos estamos tan agotados ya de malas noticias que parece que ni reaccionamos para encajar este nuevo golpe.
El proceso de adquisición de vacunas se manejó de forma desarticulada. Si bien se entiende que debía haber cierta confidencialidad en la información para avanzar en las negociaciones con los laboratorios, la falta de una transparencia mínima genera mucha incertidumbre. Es increíble que sigamos sin tener un plan orientador desde el Ejecutivo que alinee también al Congreso y a la opinión pública.
Ejecutivo y Legislativo se culpan entre sí por no tener fecha clara para la llegada de alguna vacuna. Y acá el problema ha sido, a mi parecer, ser excesivamente legalistas. Cuando el temor de ser fiscalizados y potencialmente procesados por decisiones que se toman en la función pública lleva a los funcionarios a no tomar acción alguna, en perjuicio de toda la población, algo claramente no está funcionando bien. Y esto, en parte, explica que estemos donde estamos. En este caso, la Ley de Productos Farmacéuticos, Dispositivos Médicos y Productos Sanitarios (Ley 29459) estipula que se permitan autorizaciones excepcionales para productos sin registro sanitario en el Perú para su uso en situaciones de urgencia o emergencia declarada. Se puede presumir que la ley está pensada para medicamentos que han pasado la fase tres de los ensayos clínicos y que ya están listos para salir al mercado, pero es abierta en ese sentido.
Desde esta columna, consideramos que tenemos tres escenarios distintos para reconocer esta importación sin registro sanitario de acuerdo a ley. Primero, que provenga de un país con alta vigilancia sanitaria. En el caso peruano son 18 países –por ejemplo, Estados Unidos, con su Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA)–. Aquí entraría la vacuna de Pfizer y BioNTech. Segundo, que provenga de países que, pese a no tener una alta vigilancia sanitaria, cuentan con el aval de uno que sí la tiene. Es el caso de las vacunas rusas: Inglaterra ha anunciado que AstraZeneca recurrirá a esta vacuna para mejorar su efectividad. Entonces, para este caso, podríamos importarla contando con el aval inglés.
El tercer escenario sería cuando la calificación recae en la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid). Es lo que pasa con los medicamentos de la industria nacional que deben pasar por su certificación, o para productos que se importan de países sin alta vigilancia sanitaria, como la India. Acá está la vacuna china de Sinopharm. En este caso en concreto, investigadores de la Universidad Cayetano Heredia y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos están monitoreando el proceso de pruebas en fase tres, y deberá ser la Digemid quien la certifique.
La interpretación de que la Ley 29459 no era suficiente para adquirir las vacunas enredó todo el proceso. Después de más de dos meses de tener la propuesta de modificatoria de la ley encarpetada en el Congreso, el Ejecutivo acaba de promulgar la norma que autoriza la entrada al mercado de medicamentos y vacunas en fase tres. Pero acá el remedio podría ser peor que la enfermedad, porque se está facultando el ingreso de cualquier tipo de medicamento que todavía no ha sido formalmente aprobado por las autoridades.
Para certificar las vacunas contra el COVID-19 –incluida la de Pfizer–, Chile optó por conformar un comité técnico especial. Es lo que deben hacer el Minsa y la Digemid: conformar un equipo ‘ad hoc’ con un amplio reconocimiento para aprobar estas vacunas. Mientras tanto, representantes de la comunidad científica local y del sector privado continúan denunciando cómo el Gobierno anterior rechazó sistemáticamente sus sugerencias. Hoy vemos los resultados: solo dos acuerdos preliminares con Pfizer/BioNTech y Covax Facility, sin un número de vacunas definido ni cronograma alguno. La ministra Pilar Mazzetti debe convocarlos a la brevedad posible y plantear una agenda clara que permita superar esta crisis. Necesitamos más transparencia y más apertura.
Por: Janice Seinfeld, directora ejecutiva en Videnza Consultores