Para el gobierno actual la vivienda social no es prioridad
El sector construcción ha ingresado a una etapa más alentadora. Existe una gran cantidad de proyectos que podría materializarse. Pero, todavía se padecen los estragos que la corrupción ha ocasionado en el segmento de infraestructura. En tanto, las empresas locales se están reacomodando para poder cumplir con los compromisos que tuvieron que abandonar las firmas involucradas en los escándalos.
Sobre estos y otros temas conversamos con Milton von Hesse, director de la consultora Videnza y ex ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento, quien también señala que el ritmo de crecimiento de los programas sociales de vivienda –importantes actores del sector– no es el de años anteriores y que es necesario retomar para fortalecer el crecimiento y el empleo. Luego de momentos muy duros para la construcción, ha llegado el momento de reanudar el camino del crecimiento, quizás 4% o 5% este año.
En primer lugar, ¿cómo evalúa las perspectivas del sector construcción?
Hay que tener en cuenta que existe una elevada la correlación entre evolución de la inversión minera y el sector construcción. La entrada en ejecución de un proyecto minero tiene un efecto mucho más grande que toda la construcción de viviendas en una década, en términos de impacto sobre el PBI.
Entonces, el retroceso en los precios de los commodities a partir de 2013 ha afectado a la construcción. Pero, con la recuperación en los precios que está aconteciendo las perspectivas son más alentadoras. De hecho, desde mediados de 2017 hay una tendencia optimista en el sector construcción.
Existen muchos proyectos de inversión, tanto públicos como privados, que no se han materializado y que ahora, en esta nueva etapa de gobierno, con el presidente Martín Vizcarra, esperemos que se ejecuten.
Faltan como 25 mil millones de soles que deben invertirse en la reconstrucción. Si se logra que este proceso sea eficiente sin duda va a ser un buen impulso para la economía. Si a ello se suma las inversiones alrededor de los Juegos Panamericanos, que ya deben de empezar a acelerarse, las perspectivas mejoran.
Sin embargo, hay indicios de manejos ineficaces como la descolmatación en Piura, que fue carísima y tremendamente ineficiente. Esta ejecución pública ha sido duramente criticada por todos.
Al margen de ello, si además mejora la confianza del sector privado se pueden descongelar algunas decisiones de inversión. Si eso ocurre, podríamos tener un crecimiento entre 4 y 5% del sector construcción este año. Si las cosas funcionan mejor, en un escenario optimista, la expansión podría llegar hasta el orden del 6%.
¿Y cómo observa el tema de la construcción de viviendas?
En lo que concierne a la vivienda social, este gobierno no le ha puesto mucho énfasis. El programa Mivivienda se crea al final del gobierno de Fujimori y toma mucho impulso en el gobierno de Toledo. En los gobierno de García y Humala, la tendencia se mantiene creciente. Sin embargo, ahora esa tendencia se ha revertido, por decisiones políticas, desde mi punto de vista, mal tomadas.
¿Cuánto se ha desacelerado la vivienda social?
Por ejemplo, respecto del programa Mivivienda, desde el año 2002 al 2005 tuvo una tendencia ascendente. En ese período se llegó a otorgar entre 8 y 9 mil créditos por año.
En el gobierno de Alan García se produjo un decrecimiento. El número de créditos se redujo, más o menos, en promedio, a cinco mil por año. Luego, en gobierno de Humala, entre 2011 y 2016, en promedio, se alcanzó aproximadamente los 10 mil créditos por año.
Este gobierno tomó, en un inicio, la decisión retirar el subsidio de los tramos más altos de los créditos Mivivienda. Más que el efecto en la economía global, esto generó un impacto negativo en las expectativas de los constructores. Como resultado, los créditos han pasado del orden de los 9 a 10 mil créditos por año a casi 7 mil.
¿Y cuál es la situación de Techo Propio, que es el otro programa de vivienda social?
En Techo Propio el panorama es peor. No hay que olvidar que éste es otro programa importante de política de vivienda del sector Vivienda y Construcción. No obstante, en lo que va del gobierno, queda claro que este programa no es prioridad.
Los desembolsos de los bonos familiares por año –que son subsidios a la vivienda y hoy están en el orden de los 20 mil soles aproximadamente–, hasta el gobierno de García, tenían un crecimiento constante, llegándose a superar los 20 mil bonos por año.
Pero, en 2015, en el gobierno de Humala se superaron los 50 mil bonos por año. En 2016 se redujo a 38 mil bonos por año, pero principalmente por lo que se había hecho durante la primera parte del año.
En adelante se ve con nitidez que este programa deja de ser prioritario en la política de vivienda, pues en 2017 solo se asignaron 25 mil bonos familiares que corresponde a la mitad de lo que se entregaba en el año 2015.
Si bien el sector vivienda no contribuye de forma muy importante al PBI, pero sí tiene un fuerte impacto en el empleo formal. Entonces, el sector vivienda no solo es importante porque mejora la calidad de vida de la población, sino que también absorbe bastante mano de obra. El programa Techo Propio absorbe mano de obra en zonas que generalmente son de bajos ingresos.
¿Cómo observa el panorama en lo que concierne al desarrollo de infraestructura en el país?
La corrupción ha afectado al segmento de infraestructura. Si bien la corrupción ha estado lamentablemente presente a lo largo de la vida republicana del Perú, en los últimos 15 años esto tuvo una mayor significancia, asociado a algunos proyectos grandes. En gran medida debido al modus operandi de empresas constructoras brasileras que recurrieron a pagos ilícitos para hacerse de determinadas concesiones e inversiones.
Pero hay que tener muy claro que las asociaciones público-privadas no son sinónimo de corrupción, como algunos señalan. La corrupción se ha centrado en proyectos de inversión en los que, por ejemplo, no participó ProInversión y en donde fueron dejados de lado, por decisión explícita de la autoridad política de turno, los sistemas regulares en los que participa la tecnocracia. Son obras donde se realizaron muchas adendas, se exoneraron del SNIP y de la ley de contrataciones y adquisiciones, es decir, no se respetó el marco normativo.
Ahí donde se respetó la institucionalidad, el marco normativo vigente y la opinión tecnocrática institucional, no se ha demostrado un solo caso de corrupción.
Por último, ¿cómo está afectando la corrupción al sector?
Ha ocasionado que las empresas grandes, las empresas tradicionales del Perú, se hayan reducido en número de manera muy significativa. Muchas veces ellas no han podido cumplir sus obligaciones, no solo con el sistema financiero, sino con el sector real, es decir, con otras empresas subcontratistas pequeñas que no tenían nada que ver con la corrupción. Eso se ha reflejado en los indicadores de desaceleración del sector y en un crecimiento por debajo del potencial.
Con los actores de mayor capacidad fuera de juego se ha puesto en riesgo la reconstrucción y las obras relacionadas a los Juegos Panamericanos. Para las empresas de mediana y baja capacidad va a ser muy difícil que puedan cumplir con los requisitos mínimos que se establecen en términos de facturación anual, cantidad de kilómetros construidos, etcétera. Es un problema que queda sin resolver.
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