¿De esta agua beberé?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un millón de personas mueren cada año por enfermedades diarreicas contraídas como resultado de la insalubridad del agua, de un saneamiento insuficiente o de una mala higiene de las manos. Pero estas cifras pueden estar siendo subestimadas.
Un estudio publicado el jueves último en la prestigiosa revista “Science” calcula que 4.400 millones de personas carecen de agua potable segura en 135 países de ingresos bajos y medios. Esto supone más del doble de la estimación mundial realizada en el 2020 y equivale a más de la mitad de la población mundial.
La investigación recoge los cuatro componentes utilizados por la OMS y Unicef para medir el uso de servicios de agua potable gestionados de forma segura: si los hogares utilizan una “fuente primaria de agua mejorada” (como agua corriente, pozos y manantiales protegidos o agua embotellada), si es accesible in situ en el hogar, si está disponible cuando se necesita y si está libre de contaminación fecal y química (aspecto que no analiza el estudio por falta de información).
De los 135 países estudiados, aproximadamente la mitad carecía de datos nacionales previos. Por eso, los investigadores desarrollaron modelos utilizando un aprendizaje automático basado en datos geoespaciales y en datos existentes de encuestas en hogares.
Concluyen que, de los 4.400 millones de personas sin agua potable segura, 1.200 millones viven en el sur de Asia, casi 950 millones en África subsahariana, unos 850 millones en el este de Asia, casi 500 millones en el sudeste asiático y más de 400 millones en Latinoamérica y el Caribe. En esta última región, solo uno de cada cuatro habitantes tiene agua potable segura. Además, los resultados identifican la contaminación fecal como el principal factor limitante para conseguir agua potable segura para casi la mitad de la población estudiada.
En nuestro país, el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento acaba de publicar el proyecto del Reglamento de la Ley de Acceso Universal al Agua Potable (LAU), en el que plantea apelar a tecnologías no convencionales para avanzar en dotar de agua potable a la población que hoy no cuenta con acceso a este servicio básico. Se trata de soluciones temporales que funcionarían mientras se concluyen las obras tradicionales que conectarán cada uno de los domicilios. Priorizarían colegios, postas, hospitales, viviendas de interés social, organizaciones de base (como comedores populares o albergues), comisarías, entre otros.
Con estas intervenciones, que demandarán el trabajo conjunto del Ejecutivo, los gobiernos regionales y locales, y las empresas de servicios de saneamiento, estiman que se podría lograr que 3,15 millones de peruanos accedan por primera vez a agua potable, en un período de cuatro años y de manera progresiva.
Este sistema se ha usado con éxito en otras partes del mundo para incrementar el acceso al agua. El desafío está en que la gente acepte esta opción y, sobre todo, que efectivamente sea temporal y no una salida permanente.
Las políticas y prácticas suelen centrarse en mejorar el acceso al agua mediante la construcción de nuevas infraestructuras. Sin embargo, como lo confirma este preocupante estudio, el servicio de agua es mucho más que proporcionar acceso; es garantizar calidad y cantidad.
Para lograr este objetivo en el Perú es indispensable modernizar los modelos de gestión de agua y saneamiento. Una alternativa para lograrlo es incrementar la participación del sector privado en la gestión, siempre con indicadores de éxito en el logro de las metas de acceso con calidad. Prueba de ello es que la empresa que mejores indicadores de gestión tiene es Sedapal, debido principalmente a la incorporación del sector privado en sus procesos de producción y entrega de servicio. Aunque hay mucho por mejorar, considero que esta es sin duda la ruta a seguir.
Realizado por: Janice Seinfeld, presidenta de Videnza, en el diario El Comercio el 20 de agosto de 2024.
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