Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario
El sistema de salud peruano es un aparato desintegrado, ineficiente e inequitativo. A pesar de los esfuerzos de los últimos años, la salud no ha logrado posicionarse para ser considerada dentro de una política de Estado. Un sistema en el que más del 30% de su presupuesto se va en costos administrativos; un sistema que no prioriza la prevención, sino la hospitalización; un sistema con mucha corrupción; un sistema que no brinda salud.
¿Qué hacer para mejorarlo? En enero último, el Ministerio de Economía y Finanzas conformó la Comisión de Protección Social para proponer cómo mejorar la cobertura y la calidad de los servicios de salud, pensiones y protección frente al desempleo. Integrada por profesionales independientes del sector privado y la cooperación internacional, el lunes 13 de noviembre presentamos nuestro informe final.
Cómo mejorar integralmente el sector salud es un tema que abordamos en dicho grupo de trabajo. Ahí planteamos una reforma estructural del sistema, sobre todo a nivel de financiamiento y mancomunación de fondos. Esto porque creemos que el objetivo principal debe ser la búsqueda de protección social para ampliar el acceso a servicios de salud de calidad, consolidando el aseguramiento universal y respetando los pactos del Acuerdo Nacional.
Se requiere saber que la plata que entra al sector no se pierde, sino que los recursos se usan de manera eficiente. Por eso, nuestra propuesta es crear un Fondo Único, independiente y financiado vía impuestos, que se encargue de gestionar la cobertura en salud de toda la población. Esto permitirá reducir la fragmentación del sistema (múltiples subsistemas) y su segmentación (dime quién eres y te diré qué sistema de salud te corresponde), acciones necesarias para mejorar la eficiencia del gasto. De igual modo, serán fundamentales la clara definición de funciones, la institucionalización y la voluntad política.
La propuesta también contempla la creación de redes integradas de atención, donde se articulen los recursos públicos y privados para mayor cantidad y calidad de infraestructura y recursos humanos.
No pretendemos, por supuesto, que una reforma de esta magnitud se ponga en marcha de un día para el otro. La gradualidad en su implementación será clave, no solo por la disponibilidad en el financiamiento, sino por temas técnicos como la necesidad de mejorar significativamente la oferta. Para ello, lo primero será trabajar en lograr una buena institucionalidad de fondo y la delimitación de funciones.
Algunas voces se han manifestado críticas de la propuesta porque arguyen que es muy costosa. Si esta ruta no convence, debatamos otras opciones. La propuesta tiene valor ya solo por poner el tema de la salud al centro del debate. Necesitamos fijar qué modelo queremos tener para poder ir construyéndolo y preparar al Estado para responder ante él. Hoy cualquier reforma parcial carece de efecto porque se diluye en la ineficiencia del sistema. Seguimos perdiendo tiempo y recursos en acciones desarticuladas. Necesitamos políticas de Estado. Y para eso trabajamos en la comisión.
Se ha cuestionado, además, que no se haya abierto al debate fuera de la comisión antes de ser presentado el informe final. Considero completamente válido el comentario. Lamentablemente, esto no fue posible por cuestiones institucionales ajenas a la voluntad de los comisionados. Pero estamos a tiempo: discutamos, dialoguemos y avancemos. Pero lo que no podemos permitirnos es no hacer nada.
Realizado por: Janice Seinfeld, presidenta de Videnza
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